El espacio de interacción donde ocurre la comunicación efectiva, tiene sus particularidades, una de las cuales es el acompasamiento. Este proceso, resaltado por la PNL, es de vital importancia para sintonizarnos con el otro, limpiando el sendero para, en compañía de “caricias”, lograr el preciado rapport como una consciente plataforma fundamental para comunicarnos efectivamente.
Se ha mencionado alguna vez que comunicarse es como bailar. Llevar el paso del otro, rítmicamente, sin que se sienta incomodo, más bien “acariciado”, logrando una especie de sintonía, que para muchos es difícil de describir. Allí seguramente está la clave, siguiendo con la metáfora, de una excelente comunicación; que las partes que interactúan se sientan danzando al mismo compás, es decir (en términos de la PNL) lograr un “acompasamiento”.
Lo anterior sucede en ocasiones de manera espontánea, cuando nos encontramos con alguien que por alguna razón nos “cae” bien, invitándonos a compartir y algunas veces a disfrutar. Es una especie de combustión espontánea que surge por una razón que seguramente no percibimos, lo cual no es una prueba de que no exista. Lo que nos lleva a pensar que lo que necesitamos es indagar de donde surge la mencionada combustión y tal vez nos sorprenda saber que mucho de ello se debe a la forma de comunicarse la otra persona.
Lo anterior sucede en ocasiones de manera espontánea, cuando nos encontramos con alguien que por alguna razón nos “cae” bien, invitándonos a compartir y algunas veces a disfrutar. Es una especie de combustión espontánea que surge por una razón que seguramente no percibimos, lo cual no es una prueba de que no exista. Lo que nos lleva a pensar que lo que necesitamos es indagar de donde surge la mencionada combustión y tal vez nos sorprenda saber que mucho de ello se debe a la forma de comunicarse la otra persona.
En la terminología de la PNL a esa sintonía que ocurre en el proceso comunicacional se le denomina “rapport”. Esa especie de química que se siente entre las partes que se comunican.
Por otro lado, muchos podrían estar preguntándose, bajo un escepticismo natural y comprensivo, para qué puede servir que exista “rapport” entre quienes se comunican. Al respecto Alder (2005:94) nos dice: “Tener un buen rapport con otra persona genera las condiciones adecuadas para un intercambio eficaz de pensamientos e ideas, tanto en las ventas y negociaciones como en las entrevistas, en el asesoramiento o cualquier relación personal en curso”.
Goleman (2005:31) por su parte, reitera su importancia cuando expresa: La sensación que acompaña al rapport es muy positiva y genera la armonía que jalona la simpatía, en donde los distintos implicados experimentan la cordialidad, la comprensión y la autenticidad del otro. Aunque sólo sea de un modo provisional, se trata de una sensación que fortalece los vínculos interpersonales.
Goleman (2005:31) por su parte, reitera su importancia cuando expresa: La sensación que acompaña al rapport es muy positiva y genera la armonía que jalona la simpatía, en donde los distintos implicados experimentan la cordialidad, la comprensión y la autenticidad del otro. Aunque sólo sea de un modo provisional, se trata de una sensación que fortalece los vínculos interpersonales.
De allí se desprende la importancia del acompasamiento, uno de los procesos más interesantes propuestos por la Programación Neurolingüística. Para lograr el acompasamiento es necesario haber calibrado correctamente. Es preciso que se hayan determinado los puntos en común, producto de la acuciosa observación que se logra con la calibración. Si no se logra una indagación efectiva, cualquier intento por acompasar será inútil, como bailar con nuestra pareja tango cuando suena por los altavoces un merengue dominicano.
Compartir esa “música” es necesario para lograr sintonizarse con el otro, O'Connor (1995:51) coincide y dice al respecto: “Para crear sintonía, únase al baile de la otra persona igualando su lenguaje corporal de forma sensible y respetuosa”. El autor inglés, autoridad internacional en PNL y Coaching, refiere que cuando las personas intuyen que tienen algo en común, se gustan unas a otras. Lo anterior lo apoya Alder (2005:96) cuando dice:” Tendemos a apreciar a las personas semejantes a nosotros mismos. Nos llevamos mejor con ellas, así nos comunicamos de manera más eficaz con ellas”.
Es importante resaltar que el acompasamiento siempre debe verse, no como la única respuesta definitiva, sino más bien como una opción entre muchas. No se debe estar obligado a acompasar a todo el mundo, como no es conveniente responder de una sola manera, tal como el mismo Bandler (2000:112) lo afirma: “Si tienes únicamente un modo de responder, entonces eres un robot. Y si tienes dos, estás en un dilema”. Aunque al percatarse de los beneficios de ello de seguro será difícil dejar de hacerlo, más si se constituye en lo que en la PNL se conoce como competencia inconsciente.
Una excelente pregunta sería qué es lo que se puede acompasar. Las respuestas, al respecto, son variadas: acompasamos los temas que las personas conversan, las palabras que utilizan, el tono, velocidad y volumen de la voz, sus gestos y movimientos corporales y hasta la forma de respirar del otro. Pudiésemos de igual manera clasificar los acompasamientos en macro acompasamientos y micro acompasamientos; los primeros se refieren a sintonizarte en un sentido de amplitud, con el contexto en el cual se desarrolla la comunicación y los segundos se refieren a una manera más sutil de alcanzar el rapport, donde se requiere de una acuciosa agudeza, aún más efectiva, según dicen, a medida que es más imperceptible.
Desde luego que para lograr un excelente acompasamiento, debe estar acompañado de una “caricia”. De hecho, algunos estudiosos del lenguaje corporal alegan que el bailar es un tipo de caricia tacita. Hablamos del término “caricia” desde el espacio comunicacional que nos brinda el Análisis Transaccional AT, bajo el significado de la referida disciplina. Berne (1986:5) amplía información cuando explica:"Caricia" puede usarse como término general para el contacto físico; en la práctica puede tomar varias formas. Algunas personas acarician, literalmente, a un niño; aquéllas lo abrazan o le dan palmadas, mientras otras lo pellizcan juguetonamente o le dan golpecitos con la punta de los dedos. Todas esas formas tienen sus análogos en conversación, así que podría uno predecir cómo trataría un individuo a un niño, con solo escucharlo hablar.
Es decir, que la comunicación se llevara a cabo con más posibilidades de éxito si se realiza de forma considerada, sin inútiles atropellos, viendo lo mejor del otro y actuar en consecuencia.
Pudiésemos entonces concluir que siempre habrá caminos para transitarlos comunicacionalmente haciendo sentir bien al otro y de seguro, a partir de allí, cosecharemos respuestas de la misma manera. No olvidemos aquel adagio que pregona “La vida es como un eco. Como tú le hables te responde”.